viernes, 22 de octubre de 2010

Cuento colectivo

Se acercó una silueta enorme y cuadrada sosteniendo una espátula cubierta de sangre. Golpeaba una y otra vez el vidrio entre la niebla que se tornaba más densa. En eso se apareció un rostro, tenía una mirada inexpresiva que me dio escalofríos y me caló los huesos, me vio directo a los ojos y me dijo: "Abre esa puerta, que me congelo". Pero eran los recuerdos en sus ojos los que hicieron dudar si lo que había en la espátula era sangre. Entré en pánico, subí las escalereas rápidamente hasta mi cuarto donde me escondí debajo de la cama. Escuché un ruido. De inmediato supe que él había entrado a la casa. Me moría de miedo, solamente podía pensar en todas la cosas que no había hecho en mi vida. Oía los pasos subiendo las escaleras, ¡cómo crujían en las tablas de madera!, ¡cómo sus pisadas se acercaban cada vez más!, y en un momento no escuché nada. De repente sentí que me tomaron de lso tobillos, que me sacaron de la cama y me dijo que lo que pensaba era cierto, lo que tenía en la espátula no era sangre, sino una mancha de hace diez años de chamoy que olvidé limpiar jugando debajo de la cama.
Solté una carcajada. Aventé la pluma sobre el papel, ¡qué desvaríos puedo escribir cuando no duermo! Me levanté de la silla y bajé por una taza de café. Eran las cuatro de la mañana, todavía se escuchaba la música de los vecinos de junto. De pronto se me vino a la cabeza si aún tenía guardado en el armario la cabeza de ese calamar miserable. Pero en su lugar encontré una piña que me trajo recuerdos y empecé a escuchar esa risa que me llevó a echar un vistazo por la ventana. No sabía si era producto de mi imaginación, pero al asomarme ahí estaba ella invitándome a salir. Al encontrarla quedé paralizado. Sus cabellos se movían con el aire de la noche. Su vestido blanco flotaba. Me miró fija y violeta. Movió sus labios dulcemente:
-Tienes razón, algunas vacas son azules.
-Eres la única que me cree. -Quedé pasmado por lo que había visto y oído.
Por un instante pensé: "Ambos estamos locos. Esto es producto de las copas que tomamos ayer". Combinar Naproxeno sódico, vino tinto, no es la opción. La tomé de la cabeza y la besé. Después entré a la casa. Los frijoles estaban en la olla.

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